Sofía es convocada a una reunión secreta de la supercomisión en la ONU. También asistirán los ilustres viajeros espaciales. Los comisionados terrestres se hallan convencidos de que viven un momento trascendental de la Historia humana.
El secretario general del alto organismo les da la bienvenida y se abre la sesión.
Dejan de lado sus diferencias religiosas, culturales y políticas y se juramentan para trabajar conjuntamente como una sola persona en la búsqueda de soluciones a los angustiosos problemas de la humanidad.
En colaboración con las inteligencias extraterrenas, se pondrán manos a la obra, y esperan ansiosos el momento de dar vida a las diversas comisiones mixtas que han acordado recientemente.
Desconocen la identidad de los visitantes foráneos, pero su porte majestuoso los subyuga. Se comunicarán con ellos telepáticamente. Desean aclarar cuanto antes el enigma. Intuyen que pueden confiar plenamente en ellos, porque desprenden un halo de sabiduría y bondad.
-Sed bienvenidos a nuestro planeta, amigos. Desearía saber quiénes sois -pregunta el representante chino en tono un tanto ceremonioso.
-Vuestros hermanos cósmicos, que os han acompañado en vuestro periplo evolutivo desde los tiempos más antiguos hasta los actuales momentos.
-¿De dónde venís? -prosigue la representante europea sin más preámbulos.
-Somos embajadores del Altísimo, vuestro Dios, el regente supremo de la galaxia, que preside el Consejo de los Veinticuatro Ancianos. Su representante para el sistema solar, Yavé, cuenta con la estrecha colaboración de San Miguel, jefe de las milicias celestes. Vuestro hermano mayor, Jesús, llamado el Cristo, constituye una entidad espiritual solar, que se encarnó en la Tierra para llevar a cabo la misión que ya conocéis. Para nosotros, se trata del Dios de los cristianos, al igual que Yavé lo es de los judíos, Krishna de los hinduistas y Buda de los budistas, otros altos instructores de la humanidad.
-Me gustaría conocer vuestro centro de operaciones -tercia la representante norteamericana, en tanto su compañero ruso la mira de soslayo.
-El sistema solar, Orión, las Pléyades.
En su turno, el representante árabe pregunta:
-¿Existen evidencias de vuestra presencia entre nosotros desde tiempos antiguos?
-Miles de intervenciones la avalan. La Biblia recoge algunas de ellas. Se hallan presentes en todas las religiones y en todas las culturas.
-¿Podrías darnos alguna pista? -insiste interesado el representante ruso.
-El Génesis habla de los hijos de los dioses que descienden a la Tierra, Yavé se aparece a Moisés en distintas ocasiones y le proporciona las Tablas de la Ley, los guía por el desierto hasta la Tierra Prometida y les asesora sobre la construcción del arca de la alianza, que simboliza el pacto entre él y su pueblo. Leed también el misterioso libro de Enoc.
-Estás hablando de textos bíblicos, pero disponemos de otros documentos no menos interesantes en nuestra cultura, en la árabe y en las amerindias -puntualiza la representante hindú.
-No era mi intención omitirlos, pero acepto la observación. El Mahabharata describe la batalla cósmica entre dos nobles familias enfrentadas por el poder, con la intervención de los “dioses”. En distintos museos de la Tierra pueden contemplarse restos de nuestra presencia. Las cuevas de Tassili, en el Sáhara argelino, con más de quince mil pinturas y grabados del Paleolítico Superior y del Neolítico, constituyen un documento elocuente, al igual que el astronauta de Palenque.
-Hace un momento acabas de mencionar a San Miguel. ¿Quiénes son los arcángeles? -interviene la representante australiana.
Sofía sonríe. Ella dispone de una información privilegiada, que va recordando mentalmente.
-Podéis considerarlos estrechos colaboradores del Altísimo, seres altamente evolucionados, algunos de los cuales mantienen estrecho contacto con vosotros, y que conocéis como San Miguel, San Rafael y San Gabriel (no menciona a los cuatro restantes para no generar confusión).
-¿Cuál sería su misión? -pregunta el representante africano, geólogo y experto en relaciones humanas. Confiesa que no ha leído la Biblia, pero sí el Corán.
-Como ya comentamos en su momento, Miguel derrotó a Luzbel. Aplasta constantemente al dragón, alegoría del mal y la tentación, personificados en el arcángel caído. Su espada simboliza la justicia y el poder de los servidores del bien.
La representante latinoamericana desea complementar la información e interviene tras un momento de silencio de Melkar, que interpreta como el final de la explicación.
-¿Y los otros dos restantes?
-Gabriel desciende a vuestro planeta en los grandes acontecimientos religiosos de vuestra Historia: anuncia a María el nacimiento del Mesías e ilumina a Mahoma cuando medita la creación de una religión monoteísta para su pueblo. Y Rafael aparece periódicamente en la Tierra en misiones de ayuda.
-¿Cómo definís vosotros a Dios? -el representante de Extremo Oriente se declara budista.
-Como la Suprema Inteligencia Cósmica, el que es, ha sido y será, la Unidad, la Esencia indisoluble. Hermes Trismegisto lo definió magistralmente: “Todo está en el Todo”.
-Deducimos entonces que Jesús, Buda, Yavé y tantas otras grandes entidades que presiden nuestras religiones constituyen proyecciones del Todo -reflexiona en voz alta el representante árabe, excelente filósofo.
-Así es. Todos forman parte de la misma Llama, aunque distintas sean sus manifestaciones. No hay dioses verdaderos y dioses falsos cuando hablamos de tan altas entidades espirituales. Tal evidencia os hubiese ahorrado mucho sufrimiento y muchas guerras religiosas. Os habéis estado peleando por la forma, no por el fondo.
-Hemos creado demasiadas divinidades, ¿no es así? -concluye lacónicamente el representante chino, profundo conocedor de las filosofías orientales.
-Aún podríais añadir más nombres a la lista anterior: Thot, Isis, Osiris, Horus, Krishna, Viracocha, Quetzalcóatl, Mama Ocllo, Manco Cápac, Oanes… Habéis divinizado a cada avatar que ha aparecido por este mundo, quizá con razón, porque se hallan muy por encima de vosotros en la escala evolutiva.
Melkar hace una breve pausa esperando objeciones o preguntas que no llegan. Se le escucha con la máxima atención.
-También los salvajes contemplan como seres superiores a quienes aterrizan en un helicóptero dentro de su hábitat alejado de la civilización -prosigue-. Ahora comprenderéis que Cristo es el Dios verdadero para los cristianos, Alá para los musulmanes, Buda para los budistas y Krishna para los hinduistas.
-Hemos batallado absurdamente -lamenta la representante europea, cuya Historia gira en torno a tan deplorable espectáculo.
-Sólo el fanatismo de la era de Piscis explica vuestros erróneos conceptos de Dios verdadero.
-¿Cómo interpretáis vosotros la pareja bíblica Adán y Eva? -interroga el representante ruso, ingeniero y apasionado de los temas de ciencia-ficción.
-Constituyen personajes simbólicos, al igual que Deucalión y Pirra en la mitología griega. Personifican el comienzo de la era adámica, es decir, la vuestra, que se inició con una edad de oro y acabará con vuestra edad de barro. Abarca alrededor de veinticinco mil años. El sol permanece en cada constelación dos mil ciento cincuenta años.
-¿Con qué hechos históricos enlaza? -prosigue la representante latinoamericana, química de profesión, a quien entusiasman los temas científicos.
-Coincidió con la decadencia de los Neandertales, a causa de sus degeneraciones genéticas y el ascenso del hombre de Cro-Magnon hace unos treinta mil años aproximadamente, más sano y mejor adaptado a su entorno, lo que se interpretó como una nueva raza humana. Había que buscarles parejas iniciadoras y cada cultura encontró su modo de explicar este hecho.
El representante de Extremo Oriente se siente interesado en el tema:
-¿Hubo cataclismos previos?
-Por supuesto. Una serie de catástrofes precedieron el final de la era cósmica anterior; entre ellas, la progresiva destrucción de la Atlántida, cuya capital, Poseidón, se hundió definitivamente en las aguas hace unos doce mil años, como indica Platón en el Timeo, de acuerdo con la información recibida directamente de los sacerdotes egipcios.
-¿Qué sucedió con la era anterior? -la representante australiana, apasionada de las civilizaciones pasadas, daba clases en la universidad de Canberra.
-Acabó inmersa en la última glaciación, que comenzó hace unos cien mil años y finalizó hace unos diez mil; por tanto, un entorno gélido ha acompañado durante parte de su transcurso a la era adámica.
-¿Cómo interpretar el paraíso terrenal? -pregunta la representante hindú, filósofa y psicóloga, renombrada profesora en su país.
-Desaparecida esa edad de oro de la que hablan todas las mitologías, a causa de los errores humanos, se perdió el anterior “Edén” y apareció una etapa de inferior evolución. En aquel entonces, la armonía reinaba en el planeta y los seres extraterrenos se comunicaban sin problemas con los terrestres.
-¿Te refieres al Génesis? -la representante estadounidense conoce bien la Biblia.
-A él me refiero. Menciona la época en que los hijos de los dioses se unían con las hijas de los hombres; pero una nueva raza, la de los gigantes, torcieron el destino humano. Se tornaron soberbios, despreciaron la ayuda de los hermanos del espacio y se revolvieron contra ellos, que regresaron a sus mundos, abandonándolos temporalmente.
-De ingratos está el mundo lleno -sentencia la representante europea.
-Incluso se levantaron contra sus progenitores y renunciaron a los principios inculcados por sus sabios ancestros, porque se creyeron superiores a ellos, como sucede hoy día en tantos hogares. No en vano camináis hacia el final de una era.
-Momento de grandes avances científicos, pero contradictorio y agresivo -reflexiona la representante australiana.
-También entonces la violencia se adueñó de ellos y comenzaron las luchas por el poder. De este modo, retrocedieron a niveles evolutivos inferiores, dominados por los instintos y las pasiones, y fueron expulsados de la Confederación Galáctica. Comenzó entonces para ellos una nueva vida en un futuro valle de lágrimas.
-Hablemos de los cambios climáticos y de las migraciones en aquel entonces -tercia el representante chino.
-Tierras antes fértiles, donde el alimento resultaba fácil de conseguir, se tornaron desérticas. Los humanos debieron abandonarlas e instalarse en hábitats menos inhóspitos.
-De migraciones sabemos mucho nosotros -lamenta el representante africano.
-Los desplazamientos masivos degeneraron en invasiones de territorios vecinos, provocando muerte y destrucción. Se había perdido definitivamente la inocencia original de la edad de oro. La expulsión del paraíso terrenal constituía ya una realidad; y las luchas fratricidas, un hecho de permanente actualidad. La Biblia simboliza estas disputas por el poder y la posesión de tierras en la historia de Caín y Abel, agricultor y pastor respectivamente, las dos ocupaciones básicas de la población en la antigüedad.
-Estamos tropezando en la misma piedra -reflexiona gravemente el representante árabe, que conoce en profundidad el Corán y la Biblia.
-Vuestra historia más reciente se refleja en vuestras sociedades cual copia de aquélla. Precisáis un golpe de timón, porque os halláis empeñados en repetir los viejos errores. Nuestra presencia entre vosotros obedece a una tarea de concienciación conjunta con las sabias inteligencias terrestres que diariamente os están alertando del peligro.
¿Cuál fue el papel de los atlantes lejos de su patria? -la representante latinoamericana, amén de química y diplomática, es además una lectora asidua de National Geographic. Estudió en Estados Unidos.
-Recalaron en diversos puntos del Mediterráneo y de América y contribuyeron exitosamente al auge de grandes civilizaciones.
-Como la egipcia, sin ir más lejos -comenta orgulloso el representante árabe.
-En efecto. Egipto se convirtió en una lumbrera milenaria de sabiduría y cultura, pero también los pueblos caldeo-babilonios. De ahí que ubiquéis el paraíso terrenal en Mesopotamia, cuna de civilizaciones y del patriarca Abraham, padre del pueblo judío.
-¿Dónde se hallaba la Atlántida? -pregunta la representante europea, brillante arquitecta de profesión, pero amante de temas paracientíficos.
-Podéis concebirlo como un continente situado en pleno Océano Atlántico, destruido paulatinamente en distintos lapsos de tiempo a causa de una cadena de terremotos y volcanes. La catástrofe comenzó hace más de cien mil años y coincidió con un diluvio, que anegó gran parte del planeta, al que siguió la mencionada glaciación.
-¿Se trata del diluvio universal del que habla la Biblia? -pregunta la representante norteamericana, abogada y activista Pro-Derechos Humanos, muy respetada y gran conocedora del Antiguo Testamento.
-No exactamente. Como opinan diversos científicos modernos, se trató de un diluvio local, que afectó a una parte del continente euroasiático, principalmente a Oriente Próximo, y que vuestros científicos actuales fechan hace unos diez mil años.
-Entiendo -acepta la sorprendida letrada.
-De ahí que dicha catástrofe haya quedado registrada básicamente en un documento de dicha zona: La epopeya de Gilgamés, texto sumerio-acadio varios siglos anterior al relato bíblico, inspirado en el primero.
-En dicho poema se habla de una pareja que se salva del diluvio y repuebla la Tierra de nuevo: Utnapishtim y su mujer, a los que los dioses concedieron el don de la inmortalidad, objetivo que persigue el rey de Uruk (Mesopotamia), que vivió hacia el siglo XXVIII antes de Cristo -observa la representante hindú, que presume de haber leído los grandes libros sagrados de las diversas religiones.
-También en la mitología griega, Pirra y Deucalión se salvan del diluvio en una embarcación protegida por los dioses, al igual que el anciano patriarca del Antiguo Testamento. Zeus decide exterminar la raza humana, cansado de su maldad recalcitrante, lo mismo que hace Yavé. Evidentemente, se trata de un mero símbolo.
-¿Cómo podría interpretarse el arca de Noé? -pregunta el representante de Extremo Oriente, periodista y sociólogo.
-Lógicamente, no hablamos de un simple navío, donde no cabrían sino algunos animales terrestres. Deberíais considerarla más bien un laboratorio espacial, ubicado en un lugar elevado y seguro, controlado por inteligencias extraterrenas, que contenía información genética de todas aquellas especies que podrían perecer en el diluvio. Vuestra ciencia moderna ha hecho ya algo similar con todos los ejemplares a vuestro alcance.
-Desde luego, resulta más creíble esta nueva versión -interviene el representante ruso-. No me imagino a Noé adentrando a todas las bestias de su tiempo en una barca primitiva, incapaz de superar en capacidad al más imponente transatlántico actual. Y aún así, no dispondría de espacio suficiente.
-Evidentemente. Podría haber reunido, a lo sumo, algunos centenares de seres vivos, pero la tecnología de su época no daba para más. Un diluvio de tal magnitud hubiese destruido cualquier barco de su tiempo. No existían aún los modernos submarinos ni los grandes laboratorios que registran cualquier tipo de información genética.
-Una pregunta bulle en mi mente. ¿Por qué Yavé pone sus ojos en Israel, y no en un imperio poderoso? -pregunta un tanto molesto el representante árabe, pese a ser considerado una persona tolerante, partidaria de la convivencia pacífica con su gran dolor de cabeza.
-Los descendientes de Abraham, elegidos por Yavé para convertirlos en la antorcha del Dios único en medio de un mundo politeísta, poseían unas características especiales, que no se repetían en otros vecinos de su entorno: carecían de patria de referencia, lo cual los tornaba más moldeables.
-Pero se trataba de un pueblo rebelde y fácilmente inclinado a la idolatría -le reprocha el representante chino.
-Periódicamente le envió patriarcas y profetas para mantenerlo en la vía recta, dada su peculiar idiosincrasia, aunque no siempre se mantuvo fiel a su protector ni escuchó la voz de sus enviados. Algunos regresaron a sus lugares extraterrenos en naves espaciales, tras cumplir su misión, como Enoc y Elías, quienes volverán al final de los tiempos en calidad de precursores del Mesías.
-¿Hablas de Cristo? -prosigue la representante australiana, creyente y reputada pacifista.
-Jesús aparece como un ser muy elevado, rey de todas las entidades inmateriales del sistema solar. Por eso se define ante Pilatos como soberano de un reino espiritual, que podría contar con legiones de ángeles para defenderlo si así lo hubiese deseado.
-Pero poseía un organismo material -observa la representante hindú, para quien el cuerpo está al servicio del espíritu.
-Las altas entidades pueden revestirse de vehículos físicos cuando así lo deseen y encarnarse donde lo juzguen oportuno para cumplir misiones concretas de ayuda a sus hermanos cósmicos. Existe la fraternidad universal.
-¿Es Yavé su padre? -pregunta la representante norteamericana, quien siempre ha admirado al pueblo judío.
-No. Cuando lo menciona, se refiere al regente de todos los seres humanos, pero nunca cita a Yavé. Evidentemente, habla del Altísimo, el que preside el Consejo de los Veinticuatro Ancianos, el que está sentado en el trono y todos le tributan culto, el Señor, el rector de todos los habitantes de la galaxia, incluyendo a Yavé y a todos los avatares que han pisado vuestro mundo.
-¿Comentó alguna vez que fuese Dios? -interviene el representante africano con intención de profundizar en el debate.
-Jesús nunca se definió a sí mismo como tal ni como hijo de Yavé, sino como hijo del Padre, vuestro padre, nuestro padre.
-¿Cuándo lo divinizaron? -prosigue la representante europea, creyente, pero no practicante.
-En el concilio de Nicea del año 325, convocado por Constantino. En aquel momento, había que unificar las diversas tendencias de la Iglesia, que amenazaban la unidad del Imperio, y crear un determinado prototipo de Dios, frente a la dispersión reinante.
-¿De qué tendencias hablas? -pregunta la delegada del Viejo Continente.
-En el Imperio Romano convivían tres religiones: la cristiana, que se propagaba con rapidez por todo el mundo conocido; el mistraísmo, cuyo representante era Mitra, el dios de las legiones romanas; y el culto al Sol Invicto, al que pertenecía Constantino y del que se le considera sumo sacerdote. Así lo afirman vuestros investigadores modernos.
La representante latinoamericana desea despejar una duda:
-¿Impuso el emperador la doctrina cristiana como creencia oficial?
-Constantino legalizó su culto mediante el Edicto de Milán de 313, pero fue el emperador Teodosio quien la convirtió en religión oficial del Imperio en el 380.
-Hablemos del concilio -tercia el representante ruso, quien siempre ha rechazado la alianza Iglesia-Estado. Cuenta con ejemplos en su pasada historia imperial.
-Acudieron al mismo trescientos obispos, sobre un total de mil en todo el Imperio, la mayoría de habla griega. No asistió el papa Silvestre I, quien debería haberlo presidido, lo cual demuestra que no se hallaba de acuerdo con los tejemanejes del emperador. La Iglesia latina poco pudo decir.
-Luego entonces se creó una religión a medida del poder político reinante -observa el representante chino con cierta ironía.
-Vuestros historiadores afirman que Constantino construyó un nuevo credo con elementos paganos y cristianos y que presionó a los obispos asistentes para establecer varios dogmas: la Santísima Trinidad, la naturaleza de Cristo, el culto a la Virgen…
-Pero la Curia romana calló y otorgó.
-Los obispos que se opusieron a sus injerencias fueron desterrados. La Iglesia se aliaba con el poder. El mismo emperador nombró jerarcas religiosos a su conveniencia. No consiguió convertir a la clase militar al nuevo credo. Él mismo se bautizó en el lecho de muerte, quizá para complacer a su madre Santa Elena.
-La Iglesia ortodoxa lo ha elevado a los altares -observa crítico el representante ruso, quien siempre se ha mostrado en desacuerdo con tan controvertido tema.
-Más de un santo debiera abandonar sus hornacinas y caminar por el duro suelo; por ejemplo, San Cirilo de Alejandría, intolerante hasta el fanatismo con judíos, paganos y demás confesiones religiosas. Si no instigó, tampoco hizo nada por impedir el asesinato de Hipatia de Alejandría, matemática, filósofa y astrónoma del siglo IV de vuestra era.
-La intransigencia se ha erigido en nuestra eterna compañera de viaje -sentencia filosófico el representante árabe.
-Una lumbrera tan brillante fue asesinada, descuartizada e incinerada por los seguidores del intransigente obispo. Muchos cristianos se opusieron a su nombramiento como tal por su carácter dominante y su mal genio, lo cual no cuadra bien con la santidad ni con la tolerancia de su maestro Jesús; pero le aupó su tío, el poderoso obispo Teófilo. “Quien tiene padrinos, se bautiza”, decís vosotros.
-¿Qué ha supuesto la venida de Jesús? -interviene el representante africano, respetuoso con las religiones, para quien lo importante son las conclusiones.
-La cultura occidental, inspirada durante siglos en su mensaje, ha aportado notables avances a la humanidad, aunque también altas dosis de fanatismo, ajeno a las intenciones de su fundador.
-Tampoco debemos obviar la tarea de Buda -el representante de Extremo Oriente desea que se reconozcan públicamente las inestimables aportaciones culturales y religiosas de su gran avatar.
-Hablamos de otra sublime entidad espiritual, encarnada en Oriente para ayudar a evolucionar al país del Ganges, que precisaba una reforma en profundidad del hinduismo, reducido entonces a meros ritos y cultos externos, en provecho de sus brahmanes.
-¿A quiénes más habría enviado a nuestro planeta la Confederación Galáctica? -pregunta la representante australiana, convencida de que la lista de las grandes entidades no acaba ahí.
-A numerosos avatares y sabios tanto en la antigüedad como en épocas más recientes, con una misión específica: elevar el nivel espiritual de los terrícolas.
-¿Podríamos conocer sus nombres? -insiste.
-Citaré sólo algunos muy destacados, porque la lista resultaría interminable: Rama, Krishna, Pitágoras, Confucio, Lao-Tsé, Zoroastro, Mahoma, Apolo, Hermes Trismegisto, Osiris, Ghandi, Juan XXIII…
Aquí finalizó el turno de preguntas, y los expertos comenzaron sus reflexiones y tareas con optimismo, asesorados por quienes les podrían aportar importantes conocimientos científicos, filosóficos, técnicos y sociales en su esperanzada búsqueda de soluciones viables a los males ancestrales de nuestra doliente humanidad.
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