
Según Maslow (piscólogo humanista americano), puedes serlo si:
- Tienes cubiertas tus necesidades básicas.
- Te aceptas a ti mismo/a (no te avergüenzas de nada ni te culpabilizas).
- Muestras una percepción clara de la realidad.
- Estás abierto/a a nuevas experiencias.
- Aprecias el valor de la soledad.
- Eres una persona creativa.
- Tus relaciones con los demás son buenas.
- Tu vida emocional es rica.
- Expresas adecuadamente tus emociones.
- Posees capacidad de amar a los demás (frente al egocentrismo).
- Cuentas con una escala de valores sociales no rígidos.
- Denotas un talante democrático.
- Tu sentido del humor no es agresivo.
- Te consideras autónomo/a e independiente.
- Eres espontáneo y expresivo.

En conclusión:
a) ¿Cuántos aspectos de los aquí mencionados te puedes atribuir?
b) ¿Te consideras, pues, una persona feliz?
c) Si no es así, ¿qué deberías hacer para serlo? He aquí algunos puntos de reflexión:
- Aprende a verte positivamente.
- Fuera de tu vida ideas negativas y sufrimientos innecesarios.
- Respeta y valora a los demás y serás respetado y valorado.
- Esfuérzate por vivir relajado y agradece todo lo bueno que te ofrece la vida.
- Disfruta de tus hobbies, de tu familia y amistades, del arte y la cultura y de toda la belleza que te rodea.

- Sé autónomo e independiente y ayuda a los demás en cuanto puedas.
- Busca la paz a tu alrededor y huye de rencillas innecesarias.
Ideas irracionales que te condicionan
Jampolsky (psicólogo humanista americano), experto en terapia basada en el pensamiento racional positivo, menciona diversas ideas que debemos rechazar, porque caminan en dirección contraria a nuestra salud psíquica:
- Extraer conclusiones generales a partir de hechos aislados o detalles secundarios: “Nunca me sale bien nada”.
- Todo es blanco o negro, sin puntos de vista intermedios: “O quedamos los primeros o habremos fracasado”, “O conquistamos a esa persona o somos unos desgraciados”, “Nuestros alumn@s, o son los mejores, o son un desastre”… De estas formas de pensar surgen los prejuicios, las sectas, el racismo, el sexismo, el fanatismo…
- El árbol no deja ver el bosque, la parte es el todo. Juzgamos a los demás por detalles o características aisladas: “Se trata de una mala persona” (porque nos cae mal), “La gente se muestra muy egoísta”, “Es muy mal estudiante” (para el profesor que ha suspendido su asignatura)…
- Se juzga sólo por la conducta externa, no por su verdadera forma de ser y pensar: “Va por la vida de racista” (porque ha llamado la atención a una persona de color, que se estaba comportando mal).
- Pesimismo extremo: sólo vemos lo negativo de la vida, lo malo, lo imperfecto, lo que no funciona… Jamás nos fijamos en lo positivo, en lo que funciona correctamente, en los avances humanos, en las personas altruistas y solidarias.
- Pensamiento agresivo e inflexible: “No hay mejor defensa que un buen ataque”, “Al que me fastidia, lo hundo”, “Si quieres la paz, prepara la guerra”, “Si alguien me molesta, voy por él”, “Piensa mal y acertarás”.
Dieciséis claves para evitar el sufrimiento [1]
[1] Dado que se trata de un texto que juzgo interesante citar, por los valores que contiene, no me siento autorizado para modificar el masculino genérico en que se expresa la autora.
- “Deja de lamentarte, porque debilita tu personalidad, te vuelve una persona hipocondríaca e impide tu equilibrio emocional. Ni resuelves tus problemas ni resultas agradable para los que te rodean.

- No a la autocompasión. Darte pena a ti mismo es una actitud infantil, y lo único que conseguirás será frustrarte. En el fondo, se trata de llamar la atención.
- No caigas en el narcisismo, la vanidad y el egocentrismo, ya que te sentirás ofendido a la mínima, e incluso acomplejad@ si los demás no tienen tu misma percepción.
- Sí que puedes. Otra cosa es que no quieras. El famoso “no puedo” significa poner excusas y justificaciones frente a los demás, que acarrean a la larga el autoengaño.
- Mira hacia tu interior. Muchas veces las cosas nos hieren porque nos dejamos manipular. Intenta descubrir por qué te dejas utilizar, en vez de echar la culpa sistemáticamente a los demás.
- Ajústate a la realidad y evitarás mentir y engañarte a ti mismo y a los demás. Intenta ser más veraz y preciso, con el fin de eliminar engaños y falsificaciones.
- Deja de lado los pretextos. Son un signo de irresponsabilidad y escasa madurez. Trata de ser consciente de tus fallos y afronta tus problemas. Tienes que asumir las consecuencias de tus actos.
- No te culpabilices. Sólo conseguirás malestar nutriéndote de tus errores. Si te equivocas, corrige tus yerros e intenta aprovechar la siguiente ocasión para actuar de modo más maduro.
- Fuera máscaras. Nos conocemos poco a nosotros mismos, por lo que tendemos a adueñarnos de cualidades de las que carecemos. Desenmascárate y aprende a conocerte tal como eres.
- Apréciate a ti mismo y a los demás. Cuando te aceptes a ti mismo, lograrás quererte y vivir en paz también con los demás. Pero quererse a sí mismo no significa ser narcisista y egocéntrico.
- A pesar de la tormenta, intenta seguir siendo tú mismo. Evitarás sufrimiento, desasosiego y temor. Afronta las dificultades que te depara la vida tal y como eres en un estado de armonía anímica.

- No a los prejuicios. Libérate de ellos para apreciar la realidad con una mirada más justa, imparcial y sana. Se trata de un aprendizaje lento y paciente, pero merece la pena.
- La vida es un reto. Afronta las dificultades, en vez de evadirlas neuróticamente. Los problemas activan cualidades que están dormidas. Recuerda: no hay mal que por bien no venga.
- Querer no es depender. Ama a los demás, pero no te dejes dominar ni manipular, y no te esclavices a nadie. Querer debe ser un acto natural y espontáneo, por lo que la absorción no tiene cabida.
- Sé autosuficiente. Tú eres tu propio maestro y tu refugio. No permitas que nadie guíe tu vida, ya que sólo tú eres su dueño. Intenta evitar cualquier dependencia de una autoridad que no seas tú.
- Cada segundo vale. El concepto de la muerte debe servirte para apreciar cada momento y vivirlo con armonía, plenitud y felicidad. Aprovecha cada segundo y dale un significado a tu vida” (Ariane Basaguren: revista Qué!, 17-06-2005).
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