La supercomisión ha quedado impresionada por el derroche de conocimientos exhibidos por Melkar, y más aún con su sencillez y proximidad, pero desean obtener información de primera mano sobre un tema que obsesiona su mente: cómo será la sociedad de los ilustres visitantes y qué experiencias podrían ser trasladables a la nuestra.
Con tal propósito, le agradecen la interesante y profunda exposición que acaba de llevar a cabo y le piden que les hable de su propia organización social.
Un afamado científico, amén de sociólogo, ha centralizado previamente las cuestiones que los representantes mundiales desean formularle y ha confeccionado un modelo de entrevista validado por todos los participantes.
Por decisión unánime, él mismo la llevará a cabo. Preguntará en inglés y todos recibirán las respuestas telepáticamente. Cada asistente dispone, además, de un aparato de traducción simultánea, por si no dominara con soltura el idioma sajón.
Si algún comisionado juzga oportuno intervenir en un momento puntual, nadie se lo impedirá. Cualquier aportación será bienvenida.
Arropado, pues, por la confianza depositada en su persona, el improvisado entrevistador carraspea ligeramente, un tanto abrumado por un escenario tan sui generis, y le formula la pregunta que bulle en la mente de todos:
-¿Podrías comentarnos cómo funciona vuestra sociedad?
Melkar clava un segundo sus ojos en él y la respuesta no se hace esperar.
-Comencemos por el nivel político. Constituimos una sola raza y un solo Estado, dirigido por un soberano y dos regentes, que han alcanzado el máximo nivel evolutivo. Gobiernan con sabiduría y amor fraternal. Se hallan al frente de un Consejo Supremo, constituido por diez consejeros del reino.
-¿Reyes por sucesión?
-No, por elección.
-¿Cuál es vuestra organización administrativa?
-El reino se divide en diez territorios. Nuestro país, muy montañoso, alberga valles amplios y profundos. En cada uno existe una ciudad más o menos grande y un gobierno local, dirigido por un gobernador y dos subgobernadores. Constituye asimismo un centro de producción industrial.
-Contáis, pues, con líderes eficaces.
-Nuestros dirigentes han alcanzado un nivel muy elevado espiritual y moralmente y eligen a sus colaboradores en función de su valía y su ética personal.
-Me inclino a pensar que vuestra burocracia no da cabida al derroche.
-Nuestra administración funciona con un mínimo de mandos locales. Nuestros potentes robots se encargan de todo lo material con precisión milimétrica. Cada uno de nosotros conoce perfectamente lo que tiene que hacer y cumple escrupulosamente su cometido.
-He ahí nuestro punto débil: la falta de compromiso en un sector significativo de la población.
-Desde pequeños somos educados en la responsabilidad, en la verdad y en la solidaridad. Nuestros guías nos dirigen con afecto paternal y nos instruyen en el respeto mutuo y en el comportamiento ético, a la vez que nos transmiten sus elevados conocimientos y su sabiduría.
-Veo que no priman los enchufes ni el amiguismo. Sube al pedestal el mejor -interviene el representante africano con un deje de nostalgia de tiempos mejores-. Me ha parecido poder interpretar vuestro sistema de gobierno como una teocracia.
-No exactamente. Las teocracias terrestres han funcionado como dictaduras disfrazadas, con poderes absolutos sobre sus súbditos. Incluso se tributaba culto a sus líderes. Tal sucedía con los faraones y los emperadores romanos, muchos de ellos personajes nada modélicos, cuando no nefastos.
-¿A quién reverenciáis entonces? -prosigue el sociólogo.
-Sólo tributamos culto a la Suprema Inteligencia Cósmica. No existen entre nosotros vuestras religiones tradicionales. Nuestro ideario espiritual se asienta sobre el amor y la ayuda al prójimo. Practicamos una moral universal, situada por encima de credos y dogmas.
-Pero entonces sí sois creyentes.
-Nuestras creencias surgen del profundo conocimiento del cosmos, de la vida y del más allá, adquirido mediante la investigación científica de las verdades eternas e inmutables. Podemos contactar con la cuarta dimensión y con entidades de otros planos inmateriales. Pese a ello, aún nos queda mucho camino por recorrer.
-¿Qué contenidos incluyen vuestras creencias?
Nuestra moral universal se basa en las enseñanzas de Jesús y en las de otros grandes avatares vuestros y nuestros. Su sabiduría traspasa las fronteras terrestres. Poseemos, además, conocimientos ocultos, que compartimos con las escuelas esotéricas más serias y profundas de vuestro planeta.
-¿Contáis con recintos sagrados, como nosotros?
-Nuestros templos se hallan destinados a ceremonias especiales, como el matrimonio, al que damos una significación muy elevada; pero carecen de imágenes u objetos litúrgicos.
-En realidad, nosotros os hemos tributado culto a lo largo de la Historia -reflexiona en voz alta la representante latinoamericana, quien conoce las leyendas de sus antepasados sobre los dioses que descienden a la Tierra.
-Tendéis a convertirnos en divinidades, porque nuestro nivel evolutivo se muestra superior al vuestro. Así consta en vuestros libros sagrados cuando habláis de los hijos del cielo.
-¿Sois, pues, los ángeles de ayer? -pregunta el representante de Extremo Oriente. Respeta profundamente los Vedas y siempre ha meditado sobre la verdadera esencia de los devas, a quienes considera semidioses o genios del bien.
-Para vosotros sí, pero no necesariamente. Los ángeles, seres espirituales muy desarrollados, libres de los condicionamientos de la materia, pueblan nuestra galaxia, al igual que otros miles y miles de seres como vosotros y nosotros, de carne y hueso.
-¿Cuántos años vivís? -de nuevo el sociólogo toma la palabra.
-Podemos superar cómodamente los quinientos, e incluso alcanzamos edades más longevas. Nos hallamos sujetos a la muerte, pero no a las enfermedades. Nuestra tecnología científica las controla plenamente y, en caso de accidente corporal, puede procurarnos miembros sustitutorios casi tan perfectos como los biológicos.
-¿Creéis en el cielo y el infierno?
-Vivimos en un cielo continuo, porque nuestro hábitat constituye un verdadero paraíso terrenal. Nada nos falta. Nada altera nuestra paz. Nos conformamos con lo necesario. No precisamos creer en el infierno, porque sabemos que existen planetas en condiciones infernales, como el vuestro hasta ahora.
-¿Qué os sucede tras la muerte?
-Tras abandonar el mundo físico, accedemos a dimensiones inmateriales, a las que vuestra cultura esotérica llama período intervidas, donde programamos nuestra siguiente etapa existencial. Nadie accede a cielos sempiternos sin haber alcanzado antes la cima de la evolución en sus respectivos mundos. La muerte constituye un descanso, un modo de recargar las pilas para proseguir el viaje a través del sendero de la evolución espiritual.
-¿Cómo definirías el renacimiento?
-Podría interpretarse como la ley cósmica de la evolución progresiva de todos los seres desde los reinos inferiores a los superiores, cuya meta sería su reintegración en el Todo. Una vez alcanzada la iluminación, es decir, la autorrealización, se detiene la rueda. El ser ya no precisa un cuerpo físico y se convierte en un ser espiritual.
-Desde tu punto de vista, ¿qué aporta cada encarnación entonces?
Cada existencia constituye una oportunidad de ascender un nuevo peldaño en la escala de Jacob, hasta llegar a la cima evolutiva, momento en que cesa el regreso a la materia y sus condicionamientos, y entonces esa entidad accede a niveles más elevados de evolución, generalmente en mundos superiores. Buda llamó a dicha meta el nirvana.
-En alguna ocasión has mencionado la Fraternidad Universal. ¿Cómo la entiendes?
-Todos los mundos habitados se hallan interconectados entre sí por lazos fraternos. Todos somos hermanos, todos constituimos una gran familia cósmica, coordinada en nuestra galaxia por los veinticuatro ancianos.
-No deseo cuestionar tu afirmación, pero el sentimiento de fraternidad constituye un bien escaso en nuestro planeta -lamenta la representante australiana.
-No te falta razón, pero así os lo han inculcado todos los avatares que os han sido enviados. Releed vuestros evangelios u otros textos sagrados y encontraréis la confirmación de mis palabras.
-Me interesa el tema de la familia -observa el representante chino, cuyo país ha debido recurrir a controles estrictos de natalidad, por su exagerada superpoblación.
-Cada matrimonio cuenta con uno o dos hijos, no más. Existen programas estatales de planificación familiar, que todos respetamos. La familia, sagrada para nosotros, constituye la base de nuestra organización social. Prima el amor y el respeto mutuo, la disciplina y el espíritu de consenso.
-¿Procuráis educación afectivo-sexual a vuestros hijos, futuros esposos? -la representante hindú trabajó en programas estatales relacionados con este asunto en sus años de profesora.
-Nuestros adolescentes reciben una educación integral, que abarca también dicho campo. El matrimonio en modo alguno significa un problema para ellos, que saben elegir en su momento a su alma gemela. Son clarividentes. Se casan por amor y con la bendición de sus padres y de los poderes públicos. Los vínculos matrimoniales duran toda la vida física. Tras la unión conyugal, reciben una nueva vivienda y un viaje nupcial, costeados ambos por el Estado.
-No existe, pues, la hipocresía, la mentira y el engaño, como entre nosotros -entiende la representante europea, quien conoce muy bien las estadísticas de divorcios en Occidente.
-Adquirimos desde pequeños una educación moral muy elevada. No nos quitan el sueño, pues, las rupturas afectivas, el aborto ni los delitos sexuales. Nuestros hijos, fruto del amor, en nada desmerecen de sus progenitores.
-¿Trabaja la mujer? -la representante norteamericana se muestra una defensora activa de la igualdad de género.
-Se halla en idénticas condiciones que el hombre. Cuando da a luz, se entrega de lleno a su maternidad durante los primeros años. El Estado asume los gastos y se respeta escrupulosamente su puesto laboral. Los derechos de cada persona resultan inviolables, al igual que los colectivos.
-En condiciones tan ideales, deduzco que no existe la delincuencia en vuestro mundo -reflexiona con envidia el representante árabe.
-No podría haberla. Todos percibimos los pensamientos y los sentimientos de los demás. Antes de obrar mal, el posible delincuente quedaría al descubierto. Vuestros clarividentes perciben el aura de las personas y podrían adelantar su modo de ser, pensar y actuar. ¿Por qué nosotros no? Yo me dirijo a vosotros telepáticamente. Vosotros captáis mis ideas y yo las vuestras.
-Luego tampoco disponéis de ejércitos ni de policías -añade el representante chino, cuyos gastos militares se muestran altamente significativos.
-No los precisamos. Ello no significa que renunciemos a defendernos frente a hipotéticos ataques externos. Contamos con medios muy poderosos. Si albergásemos intenciones belicosas hacia vosotros, podríamos controlar fácilmente el planeta. Pero siempre vendremos como hermanos, y no como enemigos.
-¿Y si os atacan? -el representante ruso desconfía de los terrestres. Vivió la guerra fría en primera línea.
-Neutralizaríamos las armas de los agresores al instante.
-Siguiendo el hilo de nuestra conversación, deduzco que tampoco encontraríamos en vuestro reino pobres ni ricos ni especuladores ni intermediarios ni cazafortunas, ¿no es así? Ya quisiéramos algo similar en nuestro planeta -observa con aire filosófico la representante latinoamericana.
-Nadie desea más de lo que necesita. No precisamos acumular. Nada nos falta. Desde pequeños nos educan en la austeridad y en los bienes espirituales. Los materiales constituyen medios para un fin, y no fines en sí mismos.
-¿Quién planifica la producción? -de nuevo el sociólogo centraliza la entrevista.
-El Estado se responsabiliza tanto de la economía como del trabajo de todo el reino, pero de modo muy flexible y con unos objetivos muy claros: buscar la felicidad, la armonía y el bienestar de cada ciudadano y satisfacer las necesidades básicas individuales y colectivas.
-¿Existe el dinero en vuestro mundo?
-No lo echamos en falta. Toda la producción se halla centralizada y la llevan a cabo nuestros robots. Somos una raza de científicos altamente cualificados. Disponemos de centros de almacenamiento y “supermercados” muy distintos de los vuestros, totalmente automatizados.
-¿Cómo los utilizáis?
-Cada uno de nosotros cuenta con su propia ficha de identificación. Se introduce en una máquina y registra la mercancía solicitada. A continuación, tomamos lo que precisamos. Nadie abusa, porque tal es nuestra educación. En todo caso, nuestros robots darían la voz de alarma.
-Luego vuestro acceso a los establecimientos es libre y gratuito.
-Y también al transporte, a los medios de comunicación y a la energía.
-Un mundo así se nos antoja un paraíso.
-A él debéis aspirar. Una nueva era os aguarda.
-Luego tampoco hay paro ni hambre ni explotación social ni empresarios ni obreros ni bancos ni bolsas que suben o bajan ni crisis económicas. ¿Me equivoco?
-Evidentemente. Mecanizada la sociedad, planificada la producción según las necesidades comunes, al igual que la distribución y el almacenamiento de los productos en centros locales, ¿para qué precisamos empresarios, obreros y conflictos laborales, cuando toda esta labor corre a cargo de robots, cuya eficacia y perfección se halla muy por encima de los vuestros? Los más perfectos terrestres serían los más rudimentarios nuestros.
-¿En qué os ocupáis entonces?
-Cada cual trabaja en el ámbito para el que posee más habilidades y más vocación, de acuerdo con el desarrollo de sus capacidades; pero, en todo caso, no se trata de ocupaciones estrictamente materiales, sino culturales, científicas, místicas, religiosas, técnicas, sociales…
-¿Quién no se apuntaría a un mundo así? -bromea el sociólogo.
-Cada uno desempeña el puesto laboral que ha elegido, según su cualificación profesional y sus motivaciones. También realizamos el control y la supervisión de nuestros equipos industriales y de la maquinaria automatizada.
-¿No puedo creer que no haya salarios?
-No existen. ¿Para qué los precisaríamos si el Estado aporta cuanto necesitamos?: vestido, vivienda, alimentación, transporte, viajes, servicios asistenciales.
-Para nosotros, empero, el dinero resulta indispensable.
-Sin él, no existe el comercio ni la lucha por los mercados ni los monopolios. Nada se compra ni se vende. Todo es de todos. Los bienes se comparten y se usan según las necesidades. El Estado reparte equitativamente.
-¿Cuánto tiempo dedicáis a vuestras tareas?
-Disponemos de horarios muy cómodos y muy flexibles, y además en campos que nos agradan. El trabajo no constituye para nosotros un castigo divino, sino una bendición, un medio de autorrealizarnos. Comprenderéis, pues, cuál es el secreto de nuestra elevada civilización y de nuestra fantástica tecnología.
-No nos imaginamos desempeñando en la Tierra la profesión que nos gusta, con horarios envidiables, sin presiones económicas ni conflictos laborales.
-Hacia él debéis orientar vuestros pasos, dando un giro de ciento ochenta grados en vuestras concepciones sociales, culturales, políticas y económicas. Camináis en dirección contraria. La nueva era se halla a vuestras puertas. De vosotros depende dar el salto evolutivo o seguir anclados en un orden injusto e ineficaz.
-¿Qué tipo de energía utilizáis?
-Energía solar, de fusión, volcánica, rayos gamma… No empleamos el uranio ni el plutonio. Nuestras fuentes energéticas resultan baratas e inagotables.
-¿Qué espacios ilumináis?
-Todas nuestras zonas pobladas, objetivo que debéis plantearos vosotros en un futuro próximo, al menos para la totalidad de vuestras autovías.
-¿Resulta similar vuestra orografía a la nuestra?
-No exactamente. Más bien se parece a la cadena montañosa del Himalaya, con elevados picos de nieves eternas y gran actividad volcánica. Las bajas temperaturas impiden la formación de océanos, mares y ríos.
-¿Controláis los volcanes y los terremotos?
-Desde hace tiempo. Dominamos las fuerzas de la Naturaleza, anulamos la ley de la gravedad, detectamos eficazmente los movimientos sísmicos y volcánicos y los neutralizamos rápidamente.
-Una orografía tan complicada implica, entre otras carencias, temperaturas insoportables y escasez de agua, puesto que la mayor parte de la misma se halla helada -observa el representante de Extremo Oriente, quien permaneció algún tiempo en el Tíbet por cuestiones laborales paternas.
-Los múltiples volcanes son utilizados también como fuentes de energía, que nos permiten conseguir temperaturas agradables y agua corriente abundante en nuestros valles, donde se hallan las zonas habitadas. Gracias a ellos, nuestras ciudades cuentan con campos cultivados, bosques frondosos y lagos cristalinos.
-¿En qué tipo de medios os desplazáis? -prosigue el sociólogo.
-Disponemos de pequeños equipos individuales, adaptables a la espalda, que permiten realizar vuelos cómodos a razonables distancias. No constituyen nuestro problema los coches ni las carreteras saturadas. Los peatones circulan libremente por las ciudades, sin ser obstaculizados por vuestro intenso tráfico.
-¿Y para trayectos largos?
-Usamos vehículos colectivos aéreos, ya se trate de visitas a lugares próximos o de viajes de placer. Para largas distancias dentro de nuestro mundo o fuera de él, incluido vuestro planeta, disponemos de poderosas naves, muy superiores en tecnología a vuestras cápsulas espaciales más sofisticadas.
-Dado que utilizáis energía limpia, no conocéis nuestro gran quebradero de cabeza: la contaminación y el desastre ecológico.
-Por supuesto que no. Sin vehículos contaminantes, respiramos aire puro. Disponemos de sistemas automáticos de regulación de la temperatura atmosférica tanto en el exterior como en el interior de nuestros edificios. Mejoramos con creces vuestras calefacciones y vuestro aire acondicionado.
-¿Construís rascacielos?
-Tendemos a edificar hacia abajo, no hacia arriba. Nuestras grandes construcciones y nuestras instalaciones industriales son subterráneas. De este modo, controlamos mejor todas las variables posibles en un entorno muy hostil. Vuestro planeta azul es un regalo del cielo, que no sabéis apreciar ni cuidar.
-¿Qué materiales usáis para construir?
-Una sustancia de aspecto metálico, muy resistente y flexible, a prueba de terremotos.
-Me cuesta imaginar vuestras viviendas.
-Habitamos en ciudades subterráneas y luminosas, de casas redondas, inmunes a los cambios atmosféricos, a la contaminación y a los desastres naturales.
-¿De qué os alimentáis?
-Nuestra dieta no contiene carne ni pescado. Consumimos productos previamente tratados en máquinas especiales, que eliminan las impurezas. Me refiero a los alimentos vegetarianos. Derramar sangre es hacer sufrir.
-¿Disponéis de Sanidad pública?
-Por supuesto. Estatal y gratuita, incluye todo tipo de operaciones y sustituciones de órganos.
-Comentados los asuntos mundanos, vayamos a otros más inmateriales. ¿Cuál es vuestra misión entre nosotros?
-Contribuir a la evolución de los mundos inferiores.
-¿Por qué no nos habéis ayudado antes a construir una sociedad perfecta?
-¿Por qué respetáis vosotros la evolución del mundo animal? ¿Acaso os habéis propuesto modificar sus sociedades a vuestro antojo? Consideráis una injerencia inadmisible alterar su ritmo evolutivo, su hábitat, su modus vivendi. Las leyes cósmicas rigen para todos los mundos.
-Me parece lógico tu razonamiento, pero no veo obstáculo para tal mediación.
-¿Acaso promocionáis a un parvulito a la Educación Secundaria sin más, por muy inteligente que se revele? Os interesáis por el proceso de aprendizaje de cada individuo. Lo mismo sucede con las sociedades. Cada una avanza a su ritmo. Cada realidad se muestra distinta.
-¿Qué entendemos por realidad?
-No existe un modelo único. De hecho, vuestros científicos hablan ya de otras dimensiones suprafísicas, de mundos paralelos. Incluso en vuestro planeta, la realidad de un ser humano difiere de la de un perro, un gato, un caballo o una lombriz.
-¿Dónde se hallan sus fronteras?
-Vuestra ciencia considera como límite de la percepción visual humana una franja comprendida entre 3900 y 7700 angstroms, en tanto situáis los confines de vuestro mundo auditivo entre 20 y 20.000 hertzios.
-Ése es nuestro umbral.
-Pero no el de los animales, más amplio en unos campos, más limitado en otros. Existen mundos tridimensionales, mundos cuatridimensionales y mundos espirituales. Existen seres materialistas e ignorantes de otras realidades superiores y también grandes iniciados, que se adentran en universos suprafísicos.
-¿A quiénes debemos considerar iniciados?
-A todos aquellos seres que conocen las verdades eternas, que trabajan por la elevación espiritual del planeta, que practican una moral universal y que se sitúan más allá de fanatismos y dogmatismos. Hablamos de entidades que habitan o han habitado entre vosotros, que ponen su sabiduría al servicio de la humanidad, que dirigen en la sombra el destino de los elegidos.
-¿Cómo los distinguiremos?
-Desprecian la riqueza, los honores y el poder y dedican su vida a la investigación y al desarrollo material y espiritual de sus hermanos. A ellos les debéis un elevado porcentaje de vuestra cultura y de vuestros adelantos científicos y técnicos.
-¿Cuándo aparecen en la Tierra y quiénes son?
-De cuando en cuando, encarnan en vuestro planeta para propiciar un salto evolutivo. Tales serían los fundadores de las grandes religiones u otros genios científicos, filosóficos, políticos, artísticos o religiosos, que se entregan de lleno al servicio de los demás.
-Por ejemplo, Gandhi, Einstein o Juan XXIII, ¿no es así? -Sofía no pierde ocasión de lucirse.
-Y una larga lista de benefactores humanos, como Averroes, Avicena, el padre Damián, la madre Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Luther King, muchos lamas y todos aquellos que luchan por la paz, la justicia y los derechos humanos. Algunos se ocultan en las montañas, como los monjes del Himalaya o los eremitas en tiempos antiguos.
-No todos los iniciados se disfrazan de grandes entidades -observa el representante hindú.
-Así es. Existe una legión de seres benéficos de segunda fila, que trabajan en la sombra desde monasterios, hospitales, centros educativos o puestos públicos, sean de la ideología o religión que fueren, quienes constituyen la retaguardia de las Fuerzas de la Luz.
-¿Cuál es su legado? -tercia el sociólogo.
-El bien, la paz, la justicia, la verdad, la fraternidad universal. Los ocultistas lo llaman magia blanca.
¿Y quiénes configuran las Fuerzas Oscuras?
-Al ejército bienhechor se enfrentan miríadas de secuaces del mal, comandados por Luzbel y sus ángeles caídos, que luchan sin cesar contra los hijos de la Luz desde los comienzos de la humanidad.
-¿Cuál es su herencia?
-El odio, la guerra, el terror, la avaricia, el crimen, la destrucción. Los ocultistas lo llaman magia negra.
-De cuanto nos has comentado, deduzco que poseéis grandes poderes.
-Manejamos con soltura la clarividencia y la clariaudiencia, la materialización, la desmaterialización y la palabra creadora. A través de la telepatía, leemos directamente el pensamiento en otras mentes. Transformamos una sustancia en otra modificando su constitución atómica. Poseemos, pues, un gran potencial mental.
-¿A qué te refieres cuando mencionas la palabra creadora?
-Significa el dominio sobre los elementos de la Naturaleza mediante órdenes verbales. Vosotros habláis de alquimia, de palabras mágicas y de mantras. Jesús, con su voz, calmaba los vientos huracanados, amansaba las tempestades, convertía el agua en vino, curaba a los enfermos y resucitaba a los muertos.
-Los Evangelios llaman milagros a estos hechos. ¿Qué debemos entender por tales?
-Constituyen los aspectos desconocidos de la ciencia y de la realidad.
Antes de que Melkar dé por concluida la respuesta, Sofía, un tanto insatisfecha, interviene de nuevo, disculpándose previamente:
-¿Podrías poner algún ejemplo?
-Una nave surcando los cielos constituiría un hecho asombroso hace tan sólo dos siglos. La nanotecnología significa para vosotros todavía algo mágico, ¿no es así? Vuestros médicos de las ONGs curando enfermedades comunes en tribus primitivas, alejadas de la civilización, son considerados brujos y sus acciones alcanzan la categoría de prodigios.
Muchas cuestiones quedaban aún en el tintero, pero el secretario general de la ONU dio por finalizada la sesión. Habría nuevas oportunidades de continuar charlando sobre temas tan sugestivos a lo largo del trabajo de las comisiones.
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